Mi pasión
por la fotografía viene quizás porque una imagen es una fiel testigo de una
época determinada. Cuando pasan los años, las fotos cobran un interés especial
en el ámbito personal, familiar, para las amistades, y nos remontan a hechos y
lugares que un día fueron y que siguen siendo cuando nos detenemos a contemplar
el instante "congelado".
Por eso
agradezco el gesto de mi amigo y colega Juan Morales, de haber desempolvado dos
fotos de cuando trabajábamos como reporteros en el periódico 26 y que él
bautizó con el título de "Recholata en el periódico", porque
evidentemente fueron tomadas en momentos de festejos por algún motivo, pero que
ni él ni yo nos acordamos del porqué.
Y ahí
está el propio Juan, en la primera imagen a la derecha detrás de mí, y en la
segunda el quinto de derecha a izquierda. Y veo la juventud de 15 ó 16 años
atrás de Juan Soto Cutiño, ese negrito que tanto admiro desde que lo conozco,
porque para él no hay tiempos malos y siempre mantiene su carácter bonachón; a
Raúl Estrada, con su barba negrita, sin una cana; a Wálner Ortega, seguramente
con unos tragos de más por su cara de cumpleaños; al difunto Ricardo Varela,
que en gloria esté; a Freddy Pérez, a quien cariñosamente llamamos El Bolo; o a
Luisito El Cangrejo, ese chofer que lleva años trabajando para los periodistas.
También
me alegra ver a Peñita el fotorreportero; a Jorge Pérez, a quien la vejez lo ha
favorecido sobre todo en la disminución del diámetro de su cabeza, a Aliuskita
Barrios, que era tan delgadita como hoy, cuando dirige los destinos de la Radio en la provincia; a
Mastrapa, tan alto como hasta ahora; a Góngora, a quien yo llamaba el Mozo de
la información y acudía a él cuando no podía parir un lead; a Nelson Marrero,
subdirector en aquellos momentos y hoy jubilado, a Infante, el director, a...
¡Qué
colectivo aquel, que aún mantiene a la mayoría de mis colegas y del cual
todavía me siento parte!
Es
increíble cómo después de marcharme del periódico para la radio, allá por 1994
(creo que por ese propio año de las fotos), siga sintiéndome parte de ese
colectivo, con el que disfruto a plenitud cuando nos reunimos en alguna
tertulia de la Unión
de Periodistas, o de un evento del sector.
Quizás
sea porque fue con todos esos profesionales con quienes me comencé a formar
como periodista, porque fueron años de intenso aprendizaje, de hermanamiento,
de bromas, de juventud, de mucho trabajo en el fogueo de un diario.
Lo cierto
es que estas dos fotos me han hecho volver a vivir una época linda, de amigos
que aunque no los vea todos los días están ahí, en mi memoria, a la izquierda
del corazón, como los elegidos, al decir de Roque Dalton, porque en verdad
muchos de ellos me ayudaron a ser lo que soy, y porque hemos crecido juntos en
la difícil profesión del periodismo.
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