Aquí, extrañando todos los días más a mi país, que es insuperable. Y para saberlo solo hay que cruzar el Atlántico, o cualquier otro mar que te aleje de esa Isla, con sus blancas y mulatas, con su idiosincrasia sin igual, con la gente que constituye un espectáculo solo de mirarlas.
"Oye, hermano, de verdad, nuestro país es lo máximo. Y te lo digo después de visitar París.
"No se trata de la melancolía por la melancolía, es que no es igual ni aunque tengas millones de pesos. Hasta los problemas que tenemos se extrañan: que no hay petróleo, que no hay comida, que los muchachos no tienen zapatos..., eso es lo que nos hace grandes, porque cuando las cosas son fáciles no tienen sabor o saben distinto.
"En este país hay de todo. Si quieres comprar una vaca la compras, pero, ¿y cuándo te miras como persona? Cuando ves a esos niños como mi hijo José Alberto que te miran con una cara que parte el alma, y te saludan, y te sonríen.
"Como te habrás dado cuenta, hoy tengo el gorrión que parece un elefante volando, y la muela también la tengo encendida. Pero bueno, los amigos están para aguantar cualquier cosa, y si no quieres leerme apaga la máquina y punto. Así de fácil.
"Nuestro grupo, Juan, le ronca, no hay celo profesional y todos estamos por lo mismo. Por donde se va uno nos vamos todos. ¿Por qué un día no se logra eso allá? ¿Por qué no hacer las cosas mejor cada día sin pensar en lo que hacen los demás?
"No me has dicho si Segura piensa publicar lo que he mandado para allá. Son cosas más bien generales, sobre las tradiciones, los funerales, la toma de posesión de algún rey, siempre vinculado con los médicos.
"El libro lo estoy escribiendo sobre la marcha, por lo menos las ideas fundamentales, después viene el proceso de `pulimentación'.
"Sería bueno que te mandaran a una misión como esta para que te crezcas y hagas una pincha mejor. Profesionalmente esto es importante, y personalmente te marca.
"Bueno, está bueno ya de hablar. El negro Raúl me escribió y me echó tremenda descarga porque ni lo menciono en los correos. Ya le contesté y espero le dure el MODEM que le prestaron.
"Salúdame a todos los que pregunten por mí y a los que se lo merezcan. Dale un beso a Iris y tú recibe un abrazo de tu hermano que tequieremuchoynoteolvidaynopuedevivirsinti... Miguel."
Regalo de jueves
Guillermo:
Y ahora, desde estas tierras oscuras y por la magia de Internet, he leído en Juventud Rebelde digital los públicos y púdicos fragmentos de una carta que le mandé a mi amigo Juan, en una tarde de domingo gris y melancólico, y nuevamente me he asombrado de tus ocurrencias para comunicarte con los lectores. ¿Cómo puedes sin decir casi nada decir tanto? ¿Cómo se te ocurren cosas impensables, que para muchos pasan inadvertidas? ¿Cómo te aferras tanto al más mínimo detalle que te hace grande entre los periodistas cubanos y latinoamericanos?
Créeme que esto no lo escribo porque me tocas de cerca. Es que todos los días muestras una capacidad increíble de impactar y asombrar con tu fino verbo y con tus originales ocurrencias, y en este caso, cuando buscaba en Rebelde un trabajo escrito por nosotros desde acá, encuentro unas confesiones a un amigo que nunca pensé vieran la luz pública. Y créeme otra vez, me emocioné doblemente: primero porque fue algo completamente inesperado, y segundo, porque le sacas lasca a todo y siempre te queda bien.
Bueno, profe, (¿me permites llamarte así?) disculpa la lata y espero algún día tener la oportunidad de expresarte mi admiración personalmente, cuando no vuelva a pisar tu césped, y quizás entonces comprenda mejor tu ángel y se me pegue algo de tu talento.
Un abrazo desde casi el fin del mundo.
Miguel:
No tengo por costumbre publicar algo de una persona sin su autorización.
En este caso el destinatario pasó a ser el propietario y circulaste.
Confieso que no me gustan las nostalgias. Para mí es igual el congrí, la yuca
con mojo y la carne de puerco, que un buen bacalao a la vizcaína.
No tengo nostalgias alimenticias. Tampoco extrañaría jamás ni el apagón ni la
escasez. A la gente sí, pero hasta donde sé nadie se ha muerto de nostalgia,
al menos esa noticia no ha circulado por ningún periódico o estación de radio
que conozca.
Otra confesión: tuve que soportar a una lectora que me llamó para insultarme
por el texto tuyo, acusándote de racista porque decías que extrañabas blancas
y mulatas. Nada, que ella es negra y dice que tú estabas en África y no
extrañabas a las negras. Le dije por teléfono que pensaba yo se trataba de un
asunto de gusto, pero además, creía que no debías extrañar allá a las
negras, porque abundaban y sí a las blancas y mulatas, porque las veías poco.
Nada, que esto de escribir y quedar bien es un asunto muy complejo.
No recuerdo el incidente del jardín, pero sí que soy exigente con las plantas que
tanto trabajo me costaron plantar y conservo. Si te molesté, excúsame, sé que
en ocasiones las personas se distraen y ponen el zapato donde no deben.
Realmente la yerba no es planta que no aguante otra planta encima, aunque sea
la del pie. Uno lee en la ciudad: "No pisar el césped", pero nunca ha leído en el
campo: "no pisar el asfalto", lo que sería recíproco.
Recibe mi saludo y el deseo de éxitos. Los únicos amigos que conozco son los
que luchan en la trinchera de al lado y están en la misma acera donde combato,
así que no hace falta ni conocernos para saber que somos amigos.
Un abrazo,
Guillermo