jueves, 14 de junio de 2012


Juan Morales Agüero.
A Juan Morales Agüero lo conocí en la década del 80 del pasado siglo. Yo era el presidente de la Delegación provincial de la Unión de Periodistas de Cuba en la provincia de Las Tunas, organización que decidió otorgar algunas becas de Periodismo a corresponsales voluntarios de todo el país.

Recuerdo que después de publicada la convocatoria, unos seis o siete compañeros de experiencia que tributaban a los medios, optaron por la única plaza que se ofertaba, y se citó para el examen de aptitud que realizaría una comisión integrada por tres reconocidos profesores de la Universidad de Oriente: Rafael Lechuga, Vicente Guash, y Ana Elba Galán, y por la provincia, José Infante Reyes, director del entonces diario 26 y yo.

Llegó el día del examen y ya al terminar la mañana habían pasado todos los aspirantes, menos Morales, que brillaba por su ausencia. Ya cuando veíamos las posibilidades de cada quien, llegó Juan desde el municipo de Manatí, donde vivía, y la Comisión comenzó a hacerle el examen de forma oral, que no tuvo que concluir, porque en pocos minutos nos dimos cuenta de que estábamos en presencia de un periodista sin título, y la distancia que le llevaba de ventaja a los demás no daba lugar a dudas de que la plaza era de él.

Así pasó el tiempo y Juan Morales hizo época en la Universidad de Oriente por sus conocimientos sobre el periodismo, pero sobre todo, por la manera sabrosa de escribir aquellos textos que deslumbraban a más de uno.

Después de graduado, inició sus labores profesionales en el diario 26 y además de ser colegas nació una amistad entrañable entre nosotros, y nos mostrábamos los textos de uno y otro antes de publicarse y siempre que lo leía me fascinaba su estilo y su forma de llevar al lector por los caminos que él determinaba.

De aquel inicio han pasado algunos años y Juan, como el vino, mientras más viejo tiene mayor calidad como periodista, y se erige, en mi opinión, en el mejor profesional del gremio en el territorio que hoy ocupa la provincia de Las Tunas y un poco más allá.

Juan es un cronista por excelencia. Cuando se mete dentro de ese género goza de lo lindo con el lenguaje, con las imágenes sugerentes, con la sabrosura de quien disfruta lo que escribe y hace disfrutar a los demás. No obstante, en cualquiera de los géneros que incursiona hay que quitarse el sombreo e inclinar la cabeza a modo de reverencia, porque no deja resquicios ni espacios para la banalidad, o la falta de interés, o las palabras huecas.

Memorables son sus crónicas desde Guatemala, donde no solo dio cobertura a la colaboración médica cubana en el centroamericano país, sino que supo exprimir las posibilidades de las costumbres, tradiciones y la cultura de ese pueblo. Títulos como aquel de "En mulo hasta la Estrella Polar", por solo citar uno, se han quedado en la mente de quienes leen sus textos.
 
Tampoco Juan es de a los que le ha pasado la tecnología por encima, como dijo alguna vez Gabriel García Márquez, en referencia a ciertos periodistas. Por el contrario, en cuanto llegaron a su vida las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones e Internet, comenzó a estudiar y hoy es respetable su labor profesional en la Web 2.0, en la que su cuenta de Twitter es de las más destacadas del país, y cuando se habla de blogueros también hay que quitarse el sombrero ante su página personal Cuba Juan, laureada en una ocasión con el Premio Nacional de Periodismo 26 de Julio en su categoría. También es Máster en Ciencias de la Comunicación, porque como dice él, "siempre se ha de estar en el frente."

Como magnífico escritor ya tiene publicado un libro titulado Postales tuneras, por la Editorial Sanlope, de Las Tunas, en el que lleva al lector por la historia de esta ciudad a partir de textos breves, brillantes.

Nada, que Juan Morales Agüero es un nombre obligado en el periodismo cubano. Mencionarlo es sinónimo de un buen verbo, sencillo, sin colorines, y sobre todo encendido.

domingo, 10 de junio de 2012

Miguel López Montes me mira con cierto asombro mientras su agilidad mental se apodera del momento. No había pensado en eso, me espeta con su acostumbrada calma y sonríe pícaramente, para volver decir con toda la naturalidad del mundo: “Pero pensándolo bien yo creo que fue Elvis Presley quien copió la moña de mí”. Y vuelve a reír de buena gana, ante su respuesta o ante mi ocurrencia de afirmarle que se peina al estilo del Rey del Rock and roll.

Flaco, alto, parsimonioso, bien educado, son características físicas y psicológicas que avalan a este hombre que ahora se sienta frente a mí, para darme el privilegio –único por demás- de entrevistarlo por segunda vez en su vida.

Y entonces no me sustraigo a la tentación de dialogar con este hombre que es una leyenda viva en la radio en Cuba, que por más de 50 años ha entrado cada día en los hogares de Camagüey y de Las Tunas después, donde echó ancla un buen día de 1962 para formar parte inseparable de este pueblo, acostumbrado a escucharlo en el programa campesino o en los “mexicanos”, como espacios que lo han marcado a él y a miles de oyentes de este territorio.

- Vamos a empezar por aquella escuela católica de Camagüey, cuando comenzaste a dar los primeros pasos en la locución, o los segundos pasos.

- Yo desde muchacho aprendí a leer bien, entonces los curas me escogían para darle el nombre del claustro de profesores y el nombre de los alumnos a los visitantes de la escuela, curas que venían de otros países. Yo tuve la posibilidad de presentar a Los Chavales de España, que estaban de gira por Camagüey, a un personaje llamado Carlos Prío Socarrás, a Miguel Alfonso Pozo (Clavelito), un poeta que se convirtió en adivinador.

- Cuando aquello tenías unos 11 años

- Sí.

- ¿Y el Padre Chagui qué papel desempeñó en esa historia?

- ¡Ahhh! El Padre Chagui era el párroco de la iglesia de La Caridad y tenía un programa en Radio Camagüey y a mí me llamaba la atención aquello, y yo hablé con él. Le dije, oiga padre, cuando usted necesite una persona que le ayude allí yo estoy en la mejor disposición. (Ríe a carcajadas).

- Como anunciándote.

- Sí, como ya estaba en la escuela me llevó y todos los domingos hacíamos el programa.

- De esa escuela saliste graduado como mecánico automotor.

- Mecánico automotor sí. Estuve dos años en torno y después como mecánico automotor.

- Y cómo es eso de que querías ser psiquiatra.

- Sí no sé, me gustaba la locución y me gustaba la psiquiatría. Hoy podía ser el doctor López Montes… (Vuelve a reír). Pero qué sucede, que yo estaba un poco indeciso porque me gustaba la locución y en una oportunidad el viejo mío me dijo: bueno muchachito ¿qué vas a ser, psiquiatra o locutor? Y yo dije, me voy para la locución.

- Pero la locución viene de mucho más atrás… Dicen que te ponías como un loco en el patio con dos latitas conectadas a un hilo…

- Ah sí, te voy a explicar (Ríe de buena gana). El viejo mío tenía una finca y entonces yo en las vacaciones y en los momentos después del estudio, porque tenía que rendirle al viejo sobre el estudio, cogía un palo y lo pintaba de aluminio, y preparaba una latita preferentemente del talco Mabis, le hacía unos hoyitos, la ponía en el palito con un supuesto cable y cogía periódicos, revistas y me ponía a leer allí pa pa pa, y ahora vamos a ofrecer un boletín de noticias pa pa pa, y la vieja me miraba por la ventana: “muchaaaaaacho ven para acá”, y yo seguía allí. Me acuerdo que un día llega el viejo mío a la casa y le dice a la vieja: Oye ven acá (yo estaba oyendo ¿no?), mira a ver con este muchacho porque se pasa el día leyendo cosas allí frente a una lata y se va a debilitar (ríe a carcajadas), y yo haciendo locución en lo que para mí era una radio base…

- Definitivamente después que sales del colegio religioso ya te dedicas a la locución, ¿no?

- Sí en el año 1959 yo…

- No, antes de 1959, en aquella emisora CMJK, La voz del camagüeyano…

- Ah sí, la CMJK.

- Allí empiezas a hacer tus primeros pasos en serio en la locución.

- Sí, porque el dueño de la emisora, Don Pancho, era amigo de mi papá, quien habló con él y le dijo mira, este muchacho se inclina por la locución, mira a ver qué tú puedes hacer con él allí… porque yo iba mucho cuando muchacho a la emisora y disfrutaba mejor ver aquellos micrófonos 44, y ver trabajar a los locutores y operadores que ir a un cine… Allí hice de todo; comencé de recepcionista, después cobrando anuncios comerciales, y Don Pancho me ponía a dar la hora y en algún que otro programita musical y me fui metiendo en ese mundo porque lo hacía bien, hasta que en 1959 me evalúo como locutor profesional.

- En aquel tiempo trabajaste en la cadena Partagás, en CMJA de Valdés Jiménez, en la Doble U… ¿cuál de aquellas emisoras te marcó más?

- La CMJK

- ¿Y por qué?

- Bueno pues primeramente porque empecé allí, mi voz salió al aire por primera vez por esa emisora, y fue mi primera experiencia en la profesión.

- Y allí hacías algunos anuncios…

- Allí se hacía de todo.

- A ver dime algunos de aquellos anuncios…

- Dime tú…yo no tengo el texto de esos anuncios…

- De alguno que te acuerdes…

- Bueno mira, de los que se hacían en vivo, había uno que decía (pone voz de locutor y habla como si estuviera frente al micrófono): Amigo fumador, si fuma por echar humo, ¡ahhh! fume cualquiera, ahora, si fuma por deleite, ¡ahhh! si fuma por deleite… fume Brisuelas, el mejor tabaco camagüeyano.

- Dime otro, dime otro…

- ¿Quiere usted vestir bien?... Muy fácil… Visite El Globo, templo de la moda en Maceo 72, saldrá complacido…

- ¿Siempre fuiste flaco López?

- Sí, siempre.

- ¿Y siempre te has peinado con esa moña?

- Toda la vida…

- Vamos a hablar un poco de tu llegada a Las Tunas, año 1962, por allá… ¿por qué?

- En el año 1962 yo estuve en Guáimaro, entonces se iba a fundar allí Radio Rectángulo. Yo cuando aquello tenía una máquina, y fui allí, pregunté el último en la cola, y pan, me senté a esperar. Cuando me tocó el turno, veo un señor llamado Pepe Gallegos, que era el presidente de los locutores en Camagüey. Y me ve y ah qué tal cómo andas, y nos saludamos muy contentos, y bueno ¿en qué tú andas? me pregunta. Bueno chico, me dijeron que venía un hombre de Camagüey a ubicar, y me dice, no no, compadre, yo aquí lo que tengo son plazas de tractoristas y otras cosas del campo, por qué no vas a Tunas, que es cerca y allá sí hacen faltan locutores… Y al otro día cojo la máquina y vengo para acá y parqueo por el Centro Médico…

- ¿Dónde era eso?

- Eso era… de la Fuente de las Antillas un poquito para acá, y muy cerca estaba el edificio donde se encontraba Radio Circuito. Llegué allí y me identifiqué con la recepcionista que era Ancy Cordero y me dice el administrador viene a eso de las 3:00 de la tarde. Me senté y al rato yo veo a aquel hombre grandón que viene y yo digo caballeros, qué hombre más alto este, y era Rafael Urbino. No había plaza en ese momento pero a los pocos días volví y me puso un turno los domingos por la mañana, pero no fijo. Yo tenía que oír en el transcurso de la semana el programa del órgano, que lo hacía Cofresí, y teníamos una contraseña: si Cofresí decía y un saludo allá en Palo Seco al León López Montes, pues tenía que trabajar el domingo y venía.

- En aquel entonces todo se hacía en vivo y hay muchas anécdotas de la época. ¿Cómo es eso de un perro que entró una vez a la cabina de locución?

- Ah, sí. El aire acondicionado estaba roto: Eran las 6:00 de la tarde y estábamos dando el noticiero Oraldo Solís y yo, y con el rabillo del ojo veo una cosa negra que entra, pan pan pan, y cuando acabo de leer la parte mía y empieza Oraldo veo aquel perro, y todos estábamos algo nerviosos y allí mismo se acabó el noticiero. El tipo entró como perro por su casa.

- El programa campesino te marcó para toda la vida…

- Sí, seguro, pasé muchos años haciéndolo.

- ¿Y Ecos de México? Por ese programa creo que la gente te identifica más…

- Puede ser, sí, Ecos de México se llamaba antes México canta, y un día desapareció, pero después Urbino lo volvió a poner con el nombre de Ecos de México, y él lo hacía. Y un buen día estoy yo sentado en la emisora y viene Oscar Herrera y me dice: López hace falta que vengas un momento a la reunión del núcleo del Partido. Y voy para allá, pero pensando ¿qué habré hecho yo? (Ríe) Y entonces me dicen: Mira, Urbino va a salir de vacaciones pero no puede porque tiene que hacer el programa mexicano y dice que si tú lo haces él sí puede salir, porque para él tú eres el único que lo puedes sustituir, y me quedé con el programa definitivamente.

- Entonces has ido creciendo con estos dos programas.

- No, cuando comencé con estos programas ya tenía seis pies de estatura (vuelve a reír).

- ¿Qué es lo mejor que te pasó en la radio, ahora que estás jubilado?

- Bueno chico ha significado la propia vida, han pasado tantas cosas, y muchas agradables. Mi vida es la radio.

Antes de conocer algo de un periódico por dentro, casi que me rompía la cabeza tratando de adivinar, cómo era posible llevar una imagen a un papel, sin pensar siquiera que un día yo iba a estudiar los principios de la fotografía y el fotograbado como especialidad de las Artes Gráficas.  
Así, por primera vez en mi corta vida, escuché hablar de Tipografía, Impresión, Fotografía de prensa, Fotograbado, Linotipo..., como algunas de las especialidades relacionadas con los periódicos, y enseguida me fascinó la idea de convertirme en fotorreportero y escuché con atención todo lo que debían hacer los interesados.

Era por aquel entonces estudiante de secundaria básica y tenía fascinación por las cámaras, las fotos, el cine y el periodismo, y estando en noveno grado se apareció a mi escuela un periodista y fotógrafo que le decían Gallo y conversó con los alumnos para captar estudiantes para diferentes especialidades de las Artes Gráficas, porque ya se vaticinaba la nueva división político administrativa en Cuba, y el territorio donde vivíamos sería una provincia y se abriría un periódico diario y había que preparar a los especialistas que trabajarían en la futura empresa.


Unos días después, varios estudiantes nos personamos en la dirección del Partido Comunista del entonces Territorio Tunas-Puerto Padre, perteneciente a la provincia de Oriente, y nos presentamos ante Gallo, cuyo verdadero nombre era Rosano Zamora Paadín y era el padre del periodismo revolucionario en la región, quien tenía la misión de echar a andar el futuro periódico, desde su posición de funcionario del Partido.

Nos apuntamos como pretendientes de futuros especialistas de las Artes Gráficas, con vistas a estudiar en la escuela poligráfica provincial Félix Bravo Hernández, de la ciudad de Santiago de Cuba, capital de Oriente, y unos días después tendríamos que presentarnos en aquel centro para hacer el examen de aptitud, que nos daría el pase a los estudios.

Y así llegó el día, y a Santiago nos fuimos un grupo como de 30 estudiantes de diferentes secundarias básicas, y en tren llegamos a la famosa urbe oriental, llena de lomas, historia y gente hospitalaria, por donde había comenzado la Revolución que triunfó el primero de enero de 1959, con el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, por un grupo de jóvenes comandados por Fidel Castro. Durante todo un largo día hicimos el examen cientos de alumnos de toda la provincia de Oriente y regresamos a casa en espera de la selección final.
 
Por aquellos días el curso escolar 1971-1972 terminaba, y un día Gallo, que vivía muy cerca de mi casa, me llamó y me dijo que había sido uno de los seleccionados y que tendría que marchar a Santiago a finales de agosto para comenzar el calendario docente el primero de septiembre, creo, y así fue.

De mi territorio habíamos sido seleccionados José Pérez Gamboa, Walfrido Machado (Palito), Alexis Peña López, Norge Santiesteban Vidal, Carlos y Alberto, cuyos apellidos no recuerdo y yo, quienes partimos a Santiago en la fecha prevista para iniciar el calendario 1972-1973.

Cuando llegamos a la escuela comenzaron a repartirse las especialidades según las solicitudes, y en Fotografía solo había una plaza, que en el caso de Las Tunas pedíamos Norge y yo y no recuerdo por qué se la otorgaron a Norge. Entonces me decidí por el Fotograbado, junto con Alexis, de lo cual me alegré tiempo después, porque con los mismos principios de la fotografía era una especialidad inédita en mi territorio y algo verdaderamente fascinante. José Pérez, Palito, Carlos y Alberto se inclinaron por la Impresión y la Tipografía.

Las clases teóricas se impartían en la escuela, ubicada en la calle Calvario entre Enramada y San Gerónimo, en el mismo corazón de la ciudad, y la práctica se hacía en los diferentes talleres de las Artes Gráficas. En el caso de Fotograbado Alexis y yo hacíamos las prácticas en el periódico Sierra Maestra, emblemático diario de Cuba, y que abarcaba a toda la provincia de Oriente, la más grande del país.

A la vuelta de tantos años me es imposible narrar la experiencia que para mí (y para Alexis) representaba estar dentro del periódico Sierra Maestra, por lo que era aquel medio de prensa. Y yo, además de estudiar en profundidad el Fotograbado, no me perdía ni uno de los rincones del taller y la Redacción del diario, y tuve en Bell y Ocaña a mis grandes profesores del Fotograbado, que me cautivó para siempre.

El Fotograbado cuenta como especialidad con tres departamentos: Copia, Pase y Grabado, y aunque uno se formaba integralmente, después de graduados los fotograbadores se especializaban en uno de los tres.

La Copia (el más fascinante para mí y del que depende la calidad del trabajo final), consiste en copiar en una película la foto que se quiere llevar al papel, mediante una cámara fotográfica oscura y a través de una retícula o trama, para lograr los puntos en relieve. La luz utilizada es cegadora, y se logra mediante carbones para que la imagen se capte a través del lente. Es preciso seleccionar la abertura precisa y el tiempo preciso de exposición, para que el negativo no quede ni subexpuesto ni sobrexpuesto.

Ese negativo se lleva al departamento de Pase, en el que se utiliza una plancha con una aleación de zinc y aluminio que se limpia con un polvo llamado piedra pome para quitarle toda la grasa. Cuando está completamente limpia se cubre con un esmalte sensible a la luz que se seca mediante calor, luego se le coloca el negativo encima y se le expone a la luz, también de carbón. Una vez expuesta ya la fotografía queda captada en la plancha, pero es necesario lograr el relieve para la impresión y entonces aparece el Grabado, que cuenta con una máquina con ácido nítrico rebajado con agua.

Dentro de esa máquina se coloca la plancha con la foto y se echa a andar; la máquina cuenta con unas paletas que giran a velocidad y le van tirando ácido a la plancha, para ir comiendo las partes blancas de la imagen. Al final, los puntos quedan a relieve y la fotografía está lista para la impresión.

Todo este proceso requiere de mucha maestría porque la precisión es vital en cada uno de los departamentos para lograr un trabajo de excelencia.

Una vez graduados en el curso escolar 1973-1974, regresamos a Las Tunas, pero como el periódico no había comenzado, me reorienté hacia la educación y comencé a formarme como profesor de Secundaria Básica, hasta que en 1978, cuando ya Las Tunas era provincia desde 1976, se iniciaron los preparativos del inminente diario con el montaje de todo el taller y la Redacción, y el 26 de julio de 1878, con la primera edición, salieron a la luz nuestros primeros grabados, todo un acontecimiento personal y para la provincia.



Si hoy la ciudad de Las Tunas, unos 690 kilómetros al este de La Habana,  se erige como capital de la escultura en Cuba se debe en buena medida a la labor de Rita Longa, quien adoptó a esa ciudad como su segunda patria chica, y muchas de sus principales obras se encuentran aquí.

La Fuente de Las Antillas, una de sus emblemáticas obras, fue creada en 1977, y la concibió a partir de una leyenda aborigen que alude a la formación del Mar de Las Antillas. En este conjunto escultórico emerge la isla de Cuba mediante una figura femenina en posición horizontal.


Rita Longa fue también la gran inspiradora del vigoroso movimiento que a partir del tercer encuentro nacional de artistas de la plástica, efectuado en Las Tunas en 1977, comenzó a generarse en todo el territorio cubano. En honor a la destacada escultora, Las Tunas celebra la Bienal Nacional de Escultura, evento que le rinde homenaje a la insigne artista y le confiere continuidad a su legado.

Rita Longa obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995, y su obra está diseminada por el territorio nacional y mucho más allá de sus fronteras.
 
Sus esculturas son prolíficas, y hay fuentes, efigies conmemorativas, conjuntos escultóricos y piezas no representativas en parques, avenidas e instituciones sociales, museos y galerías.

Entre las obras m
ás significativas de Rita Longa están el Grupo familiar del Zoológico de La Habana, la Virgen del Camino, Las Musas del Payret, la Ballerina de Tropicana, la Aldea taína en Guamá, La leyenda de Canimao, y Clepsidra, del hotel Habana Libre.